En el anterior post, se expuso que la aparición de conflictos en una comunidad virtual puede presentarse como una oportunidad para mejorarla, siempre y cuando éstos sean gestionados de una forma adecuada.
En esta segunda parte, se hablará dónde pueden aparecer las dificultades y se mostrarán datos y ejemplos de la investigación de A. D. Smith. Ya casi al final del post habrán unas pequeñas conclusiones sobre el tema.
II. Comunidades virtuales y la resolución de conflictos
A veces, las dificultades no residen en la estructura que conforma los sistemas pluralistas sino en el mismo software que facilita la participación. Los medios técnicos son a veces incompletos controles sociales que, además, sino están complementados con un adecuado diseño del sistema, pueden conformar un espacio no democrático y convertirse involuntariamente en un generador de conflictos. Y es que “con frecuencia se cree y se espera que la facilidad de comunicarse e interactuar en la red conducirá a un florecimiento de las instituciones democráticas, a la anunciar un escenario nuevo y vital para el discurso público. Pero hasta el momento, la mayor parte de los grupos online tienen, o bien una estructura anárquica, o bien dictatorial. Algunos experimentos conocidos con políticas electorales democráticas han fracasado estrepitosamente, haciendo surgir las preguntas sobre qué tipo de gobierno es posible y cuáles son los prerequisitos para las instituciones democráticas. [...] el ciberespacio es con frecuencia un dominio con enormes desequilibrios de poder”1. Aunque se podría añadir que las sociedades donde hay una distribución equitativa del poder funcionan mejor.
A continuación mostraré algunos datos sobre las comunidades virtuales y los conflictos que presentó Smith en su investigación de MicroMUSE, lo cual podrá ser útil para resumir lo que ya hemos visto y ver plasmado en un caso real algunos de los rasgos de la teoría expuesta2:
1) El conflicto tendrá lugar, siempre que estas comunidades sean abiertas y procedan de la población cada vez más heterogénea de Internet que cuenta con un gran abanico de valores, intereses y expectativas.
2) Cuando la comunidad virtual tiene objetivos manifiestos, el conflicto será cada vez mayor hasta que no se entiendan estos objetivos o no sean compartidos por los miembros de la comunidad.
3) La estructura social de estas comunidades, al ser dependiente y tener poderes asimétricos, es una fuente subyacente de conflicto y de inestabilidad.
4) Dada la desigualdad de poderes y la falta de un consenso a lo largo de toda la comunidad, la estrategia de la administración para tratar con la disidencia puede tener como consecuencia no intencionada el aumento y la intensificación del comportamiento conflictivo.
Cómo hemos observado, la diversidad es una fuente de conflictos y oportunidades en las comunidades online y que presentan rasgos, incluso situaciones que son en cierto modo muy parecidas a las presentes en las comunidades offline. Por lo tanto, a medida que no haya una mayor tendencia a formar parte de comunidades online, la aparición de conflictos también se verá incrementada, lo cual obliga irremediablemente a instaurar un sistema de resolución constructiva de conflictos presente en el modelo político de los sistemas sociales, donde “el orden se crea desde la diversidad mediante negociaciones y consultas que reconcilian los intereses divergentes y crean los conceptos compartidos”3.
Por lo tanto, la efectividad de un sistema social depende, según Smith, de su grado de diversidad, de su estrategia y de su destreza a la hora de solucionar el conflicto. Pero si además, los límites de la comunidad están claramente definidos y las sanciones son racionales, podríamos decir que el sistema sería también mucho más eficaz en la resolución de conflictos.
En esta segunda parte, se hablará dónde pueden aparecer las dificultades y se mostrarán datos y ejemplos de la investigación de A. D. Smith. Ya casi al final del post habrán unas pequeñas conclusiones sobre el tema.
II. Comunidades virtuales y la resolución de conflictos
A veces, las dificultades no residen en la estructura que conforma los sistemas pluralistas sino en el mismo software que facilita la participación. Los medios técnicos son a veces incompletos controles sociales que, además, sino están complementados con un adecuado diseño del sistema, pueden conformar un espacio no democrático y convertirse involuntariamente en un generador de conflictos. Y es que “con frecuencia se cree y se espera que la facilidad de comunicarse e interactuar en la red conducirá a un florecimiento de las instituciones democráticas, a la anunciar un escenario nuevo y vital para el discurso público. Pero hasta el momento, la mayor parte de los grupos online tienen, o bien una estructura anárquica, o bien dictatorial. Algunos experimentos conocidos con políticas electorales democráticas han fracasado estrepitosamente, haciendo surgir las preguntas sobre qué tipo de gobierno es posible y cuáles son los prerequisitos para las instituciones democráticas. [...] el ciberespacio es con frecuencia un dominio con enormes desequilibrios de poder”1. Aunque se podría añadir que las sociedades donde hay una distribución equitativa del poder funcionan mejor.
A continuación mostraré algunos datos sobre las comunidades virtuales y los conflictos que presentó Smith en su investigación de MicroMUSE, lo cual podrá ser útil para resumir lo que ya hemos visto y ver plasmado en un caso real algunos de los rasgos de la teoría expuesta2:
1) El conflicto tendrá lugar, siempre que estas comunidades sean abiertas y procedan de la población cada vez más heterogénea de Internet que cuenta con un gran abanico de valores, intereses y expectativas.
2) Cuando la comunidad virtual tiene objetivos manifiestos, el conflicto será cada vez mayor hasta que no se entiendan estos objetivos o no sean compartidos por los miembros de la comunidad.
3) La estructura social de estas comunidades, al ser dependiente y tener poderes asimétricos, es una fuente subyacente de conflicto y de inestabilidad.
4) Dada la desigualdad de poderes y la falta de un consenso a lo largo de toda la comunidad, la estrategia de la administración para tratar con la disidencia puede tener como consecuencia no intencionada el aumento y la intensificación del comportamiento conflictivo.
Cómo hemos observado, la diversidad es una fuente de conflictos y oportunidades en las comunidades online y que presentan rasgos, incluso situaciones que son en cierto modo muy parecidas a las presentes en las comunidades offline. Por lo tanto, a medida que no haya una mayor tendencia a formar parte de comunidades online, la aparición de conflictos también se verá incrementada, lo cual obliga irremediablemente a instaurar un sistema de resolución constructiva de conflictos presente en el modelo político de los sistemas sociales, donde “el orden se crea desde la diversidad mediante negociaciones y consultas que reconcilian los intereses divergentes y crean los conceptos compartidos”3.
Por lo tanto, la efectividad de un sistema social depende, según Smith, de su grado de diversidad, de su estrategia y de su destreza a la hora de solucionar el conflicto. Pero si además, los límites de la comunidad están claramente definidos y las sanciones son racionales, podríamos decir que el sistema sería también mucho más eficaz en la resolución de conflictos.
1. SMITH, Marc A. y KOLLOCK, Peter. “Las comunidades en el ciberespacio”. Capítol I de Comunidades en el ciberespacio (editors Marc A. Smith i Peter Kollock) Barcelona: editorial UOC (2003) p. 33
2. SMITH, A. D. “Los problemas de la resolución de conflictos en las comunidades virtuales”. Capítulo VI de Comunidades en el ciberespacio (editores Marc A. Smith i Peter Kollock) Barcelona: editorial UOC (2003) p. 203
3. Ibídem p.188
Foto: Aristocrat (CC 2.0. BY-NC-ND)
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